La selección de fútbol de Samoa Americana perdió 31-0 contra Australia durante la clasificación para el Mundial de fútbol de 2002. Una humillante derrota que no ha vuelto a repetirse en la historia de la FIFA y que dejó a su plantilla traumatizada durante más de una década. En un intento por revertir la penosa racha y evitar que semejante bochorno volviera a repetirse, la federación fichó al veterano entrenador neerlandés Thomas Rongen.
Un hombre déspota, energúmeno y arrogante. Y aun así, el héroe en el que depositaron todas sus esperanzas para conseguir que el equipo lograra su primera victoria en 28 años.