Uno de los padres de la ciencia ficción literaria, H. G. Wells (El hombre invisible), se caracterizó por volcar sus ideas socialistas en sus novelas. Y no es algo que gustase a todo el mundo. Se recuerda a menudo una frase que le dedicó el brillante G. K. Chesterton (El hombre que fue jueves): Wells era un narrador que había vendido su talento natural “por un plato de mensaje”. Valga este recordatorio como ejemplo de que las peticiones de un arte apolítico, o menos político, o político de otra manera (porque la ideología a menudo es aquello que tienen los otros), no son cosa de ahora.