En el siglo XXV, dos habitantes de la Tierra miran al pasado. Tienen una máquina que les permite reconstruir fragmentos de lo que fuimos y que ellos analizan con sorpresa distante dese su presente. Su mirada, aislada de los conflictos contemporáneos, arroja una luz nítida e inesperada sobre nuestras luchas y miserias que nos permite iluminar la dialéctica histórica con un foco excepcional. Eso hizo Antonio Buero Vallejo en El tragaluz en 1967 y, bajo esa misma ambientación, proyecta su intención en El tragaluz democrático en 2023, una exposición comisariada por Germán Labrador bajo encargo de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática.