El cine sirve para satisfacer las fantasías de la gente, para que se atrevan a proyectar esos deseos que prefieren no contar en alto. Un efecto catártico en donde el espectador se ve interpelado con lo que ocurre dentro de la pantalla. “En la vida real yo no podría empuñar un arma, pero en la fantasía del cine puedo hacerlo”, decía hace poco la directora Andrea Jaurrieta sobre cómo hacer Nina le había servido para vengarse del machismo y la cultura de la violación de una forma impensable en la vida real.