Louis Aragon atravesó fulgurante algunas de las principales vanguardias del XX. Dadaísta de primera hora, fundador del surrealismo, militante anticolonial. Además de poeta de envergadura, uno fundamental de la lengua francesa, fue desde 1927 -tenía entonces 30 años- militante del Partido Comunista Francés. Solo una década antes se enfrentaba a las dificultades de entender la historia en tiempo presente. Incluso la historia del movimiento político cultural al que se adscribiría hasta su muerte en 1982. “Una vaga crisis ministerial” fue su manera de describir los acontecimientos que llegaban de Rusia en octubre de 1917, tal vez el suceso más decisivo del siglo pasado.