Hay una cosa cierta. Por mucho que se apruebe el Brexit y el tratado comercial de relación futura, Reino Unido seguirá en Europa, y las relaciones económicas, sociales y emocionales no desaparecerán. Y, mucho menos, los intereses pesqueros, que se convertirán en un hito de las relaciones entre Londres y Bruselas a medida que haya que ir renegociando las cuotas pactadas a finales del año pasado.
Este miércoles el Parlamento Europeo ratificaba el acuerdo comercial y de cooperación, que en realidad lleva en vigor desde el 1 de enero pasado de forma provisional.
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