"El pueblo español está derrotando al fascismo con las armas en la mano. Los maestros y todos los trabajadores de la cultura deben hacer honor a este ejemplo, derrotando también al fascismo con los libros y con la pluma". Es lo primero que leía un soldado republicano al abrir la Cartilla Escolar Antifascista, un silabario editado por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Hizo posible que un millón de milicianos aprendieran a leer, escribir y contar, saberes que consideraron esenciales incluso en los tiempos más convulsos de la historia de España porque, con ellos, también se podía vencer al ideario falangista.