De vez en cuando el cine sirve para algo. Esa idea utópica de que una película puede cambiar el mundo a veces tiene sentido. Una obra ayuda a poner el foco en lugares donde normalmente no se mira, y a veces incluso pone en la mesa temas que estaban fuera del debate y los convierte en el centro de la discusión. Ocurrió con Mar adentro, donde gracias al éxito de la película de Alejandro Amenábar se recuperó el debate sobre la eutanasia en España; o con Rosetta, de los hermanos Dardenne, cuyo éxito –Palma de Oro incluida– provocó la llamada ‘Ley Rosetta’ en Bélgica que promovió varias reformas laborales juveniles en el país.