Desde hace años, un término se ha extendido por los medios y los cinéfilos de todo el mundo: el de 'terror elevado'. Un concepto que encumbra a realizadores que enfatizan el mensaje social y político de las películas de género y aportan un lenguaje más autoral, alejado del susto fácil, el truco pirotécnico y los golpes de sonido para hacer saltar al espectador de la butaca. Un término que, realmente, muestra una mala memoria. ¿No era terror elevado El exorcista? Paco Plaza siempre dice que la maestría del filme de William Friedkin radicaba en que en el fondo de su historia hablaba de los miedos de una madre soltera.
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