En las semanas previas al Mundial la idea del boicot se planteó a menudo en los medios de comunicación franceses. Desde Éric Cantona a Virginie Despentes, diferentes figuras públicas criticaron “la aberración ecológica” y “la muerte de miles de personas” derivadas del evento deportivo. Varias ciudades, París incluida, anunciaron que este año no instalarían pantallas para proyectar los partidos. Sin embargo, una vez que el balón comenzó a rodar se disipó cualquier sombra de boicot y las audiencias que han seguido el avance del equipo francés hacia la final han superado las de 2018.
Leer más: Francia y Qatar: historia de una larga e incómoda amistad