El funeral de Tyre Nichols, el joven afroamericano de 29 años muerto a principios de mes como consecuencia de la brutalidad policial, ha querido ser una celebración de su vida, más que una lamentación de su muerte. Pero eso no ha implicado que la familia haya desaprovechado la ocasión, retransmitida por los principales medios de comunicación del país, para reclamar una reforma de la ley federal que rige las conductas permitidas a la policía de Estados Unidos, cuya cultura del exceso ha ocasionado el enésimo caso mediático de crueldad ante el indefenso.