A los 52 años, Eloisa Campos Castillo volvió a enfundarse una falda ceñida y corta, se calzó unos tacones altos, se maquilló con rubor las mejillas y se metió muerta de miedo a un prostíbulo donde, sospechaba, el narco tenía secuestrado a su hijo.
Era agosto de 2014. El hijo de Eloisa, Randy Jesús Mendoza Campos, de 22 años, había desaparecido después de asistir a su trabajo en una óptica de Orizaba, una ciudad de 120.000 habitantes en la zona centro de Veracruz.
Días antes de meterse al prostíbulo, la mujer recibió una misteriosa llamada en su teléfono móvil.
Leer más: Entrar en los prostíbulos del narco mexicano para encontrar a un hijo