La invasión de Irak hace ahora veinte años se produjo bajo unas premisas aceptadas por una parte importante de los medios de comunicación estadounidenses y europeos. Miles de voces periodísticas en 2003 dieron por buena la mentira de Washington y Londres -sostenida en España por el Gobierno de Aznar- que aseguraba la existencia de armas de destrucción masiva en poder del régimen de Sadam Hussein.
Estados Unidos había confeccionado una enrevesada tesis con la que acusaba a Irak de ser una amenaza para el mundo e incluso de tejer alianzas con Al Qaeda.
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