Desde hace semanas, Israel vive una de las mayores olas de protestas de su historia ante lo que medios de comunicación y críticos han calificado de "golpe judicial". El Ejecutivo extremista del primer ministro, Benjamin Netanyahu, intenta debilitar la independencia y poder del Tribunal Supremo de Israel con una batería de proyectos de ley que subordinan la máxima instancia judicial del país a la agenda y dictados del Gobierno, otorgándole un poder sin precedentes.
El ministro de Justicia, Yariv Levin, ha asegurado que lleva luchando por esta reforma dos décadas y espera completar el proceso para finales de marzo, ya que los proyectos de ley tienen que pasar por varias votaciones en el Parlamento, donde la coalición gobernante (formada por partidos conservadores, ultraderechistas y ultrarreligiosos) controla 64 de los 120 escaños.
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