Una tensa calma se respiraba este sábado en Quito después de dos días de protestas y un estado de excepción que sigue vigente a la espera de que, el lunes o martes, lleguen a la ciudad las manifestaciones de miles de indígenas que ahora se encuentran en provincias distantes.
A diferencia de días anteriores, las calles de la ciudad estaban este sábado completamente abiertas y la circulación fluía con normalidad, tras un acuerdo la noche del viernes entre el Gobierno y los gremios de transporte que llevaban dos días de piquetes.
Aun así, circulaban de forma restringida los autobuses del servicio municipal, y mucho menos aún los del los servicios privados, que exigen un alza de tarifas para compensar la subida de los precios de los combustibles.
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