Donkey Kong (1981) fue uno de los primeros videojuegos de la historia. No solo sentó los precedentes de lo que sería Nintendo, sino que marcó un antes y un después en el desarrollo de los títulos de plataformas. Las mecánicas eran simples. Jumpman (luego conocido como Mario) debía rescatar a la princesa Peach de las garras de un gigantesco mono inspirado en King Kong (1933). Con ello también inauguró uno de los clichés más repetidos en las consolas: el de la damisela en apuros.
Como la feminista canadiense Anita Sarkeesian se encargó de explicar en Damsel in distress, un documental donde analiza el papel de la mujer en los videojuegos desde sus orígenes hasta la actualidad, normalmente ellas han quedado relegadas a un rol pasivo, a un mero personaje secundario que mueve al héroe a luchar contra los horrores.