Quien no conozca a fondo las obras de Vicente Blasco Ibáñez y quiera hacerse una idea de hasta qué punto lo apreciaba el pueblo, sólo tiene que fijarse en los cientos de miles de personas que se echaron a la calle a despedirlo cuando trasladaron sus restos mortales a Valencia
Como es bien sabido, todos los andaluces llevan aros en las orejas. Los lectores de Blasco Ibáñez sabrán de dónde viene esa afirmación; por lo menos, si conocen también al autor que contaba la anécdota allá por 1934, en Blasco Ibáñez y el cinematrógrafo (La Nación, de Argentina): Corpus Barga, de quien ya se ha hablado someramente en esta columna.