Parece raro que el cine de Álex de la Iglesia no hubiera contado hasta ahora con Alberto San Juan. El actor tiene una extraña vis cómica que hace que sus personajes puedan resultar tan despreciables como atractivos. Lo demostró con sus primeros papeles en cine, como el canalla de Airbag o el taxista casposo pero encantador de El otro lado de la cama; y décadas después le siguen ofreciendo esos papeles que le van como un guante. Hasta cuando sus apariciones son casi anecdóticas se come todo, como pasaba con su personaje en Loco por ella o en la serie Reyes de la noche (curiosamente se trataba de dos periodistas con pocos escrúpulos).