Bill Gates habla de pie sobre un escenario, delante de una gran pantalla que ilustra su discurso con gráficos y alguna foto. Está a punto de hacer un anuncio importante, hay tensión en la sala. Pero no estamos en los 90 y el creador de Microsoft no está a punto de desvelar el sistema operativo Windows 95 o la nueva versión del Explorer. Estamos en Lyon, Francia, en octubre de 2019 y la sala no está llena de los primeros fanáticos de la tecnología comercial sino de presidentes de gobiernos de todo el mundo. Como hace veinte años, Bill Gates hace una pausa dramática y saca del atril un extraño dispositivo que había ocultado hasta ahora: una mosquitera.
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