Una casa es un contenedor inmenso de recuerdos. Volver al lugar donde uno creció siempre abre la caja de Pandora. Para muchos les lleva a los momentos más felices de toda su vida. Para otros al trauma de una infancia rota. Es una máquina del tiempo más eficaz que las de las películas de ciencia ficción. Cada rincón, cada cajón, esconde una nueva historia que vuelve a la mente de forma tan clara como, posiblemente, distorsionada por los años.