En mayo de 1975, Chantal Akerman presentaba su tercer largometraje en la Quincena de los Realizadores de Cannes. Se llamaba Jeanne Dielman, 23, quai du commerce, 1080 Bruxelles. El nombre hacía referencia a su protagonista y la dirección donde vivía en la capital belga. Aunque parezca simple, solo su título define perfectamente la propuesta de Akerman, que sigue durante tres jornadas a un ama de casa viuda que por las tardes se prostituye para poder mantener a su hijo. Mientras que en el cine de Hollywood (o si la hubiera dirigido un hombre) este argumento daría para un drama centrado en los actos sexuales y en la tragedia de su protagonista, Akerman dio la vuelta al relato y se centró en la rutina diaria de esa mujer.