El rap es una expresión musical de origen callejero cuyas síncopas determinan la rima a golpes de denuncia social. Más que cantar, los raperos recitan en su jerga; argot envuelto en nubes de smog y desencanto. Señalan, apuntan y disparan. Hacen daño, claro que sí. Sus golpes rabiosos son coreados por la juventud que vive en los márgenes, ahí donde la política establece que las unidades de producción marginal no merecen privilegios.
Pablo Hasel es uno de tantos que se sirve de la cultura rapera para declarar verdades que los bien pensantes ocultan. Hace unos días le entraron en el trullo por rimar Borbón con ladrón.