Hace siete años, Marta Díaz, actualmente estudiante de Medicina, fue invitada a participar en la recuperación de un monasterio en ruinas. “Era algo que no me llamaba nada, no me gustaba la Historia”. Sus padres le habían advertido que, si no aceptaba la propuesta del párroco del valle de Manzanedo (Burgos), tampoco podría quedarse en Condado de Valdivielso —un pequeño pueblo de las Merindades— los meses de verano. Así que accedió. “Descubrí un lugar que me enganchó”, reconoce. Desde entonces, no ha faltado, ni falta, a la cita con unas ruinas que van recobrando su lejano esplendor.