Muchos autores dicen que la literatura les salvó la vida, pero en ocasiones también puede dinamitarla. Truman Capote (Nueva Orleans, 1924 - Los Ángeles, 1984) conoció bien ambas caras. El niño que soñaba con ser escritor y volar lejos de aquella Alabama rural empobrecida logró su propósito, y tras el éxito de A sangre fría (1966), un libro que sentó las bases de lo que ahora se denomina true crime, se codeó con la flor y la nata de Manhattan. Dinero, amantes, fama, y un círculo de amistades que le abrió la puerta a fiestas, restaurantes, hoteles y yates de excepción.