Las verjas que delimitan el campus de la Universidad de Columbia están cerradas desde que el pasado miércoles empezó la acampada de protesta contra la guerra de Gaza. Las tiendas de campaña se asoman detrás de los barrotes. Sólo se puede acceder enseñando el carnet de estudiante a los agentes de seguridad que están apostados en las entradas. “Es muy preocupante que la administración nos esté enviando correos amenazando con llamar a la Guardia Nacional”, explica a la salida del campus Meryem, una estudiante de segundo curso que prefiere ocultar su identidad, mientras se coloca la kufiya sobre los hombros.