La mecha se encendió hace una semana. El "no puedo respirar" de George Floyd, bajo la rodilla del policía que lo asfixió en Minneapolis el 25 de mayo, fue la chispa que avivó la llama. Desde entonces, se ha convertido en el grito de rabia y frustración que ha impulsado una ola de protestas en Estados Unidos contra el racismo y la violencia policial contra las personas negras.
Esas tres palabras, I can't breathe, han ocupado pancartas, incluso mascarillas – en un momento en el que EEUU continúa lidiando con la pandemia de COVID-19 –, junto al célebre eslogan "Black lives matter" [las vidas negras importan] y consignas como "Justicia para George Floyd" en un estallido social que muchos comparan con el que se produjo en 1968, tras el asesinato del histórico líder afroamericano Martin Luther King.