"Quedábamos en un punto y luego allí uno o dos sabían el lugar de la reunión", explica Begoña San José, histórica sindicalista y feminista de CCOO. Antes de 1977, de la legalización de los sindicatos de clase en España, el movimiento obrero llevaba años de lucha antifranquista. Lo hacía en la clandestinidad, marcado por el miedo y la represión, pero también por la ilusión de combatir una dictadura en sus últimos coletazos. La Fundación 1 de Mayo rescata algunos espacios de esta lucha en Cartografía de la Memoria Obrera de Madrid, entre los que se encuentran algunos dentro del propio aparato del franquismo, como sedes del Sindicato Vertical o la Iglesia, para poder sortear la censura.