La exposición de la obra de Joel-Peter Witkin que la galería barcelonesa Imaginart acoge hasta el próximo 6 de octubre ha desvelado algunas sorpresas. No tanto en relación con las fotografías, al menos para quienes ya conocían su trabajo, sino con el tipo de público que tiene e incluso con el propio autor. El aura oscura e inquietante que envuelve sus instantáneas poco tiene que ver con las personas que se interesan por su fotografía –o no con su gran mayoría– ni con el hombre que la firma.