Cuentan que se están llevando trabajos de identificación para constituir el inventario exacto del expolio, ocho décadas después de los millares de ingresos que realizó el franquismo entre 1941 y 1943. Entre los ejemplares identificados “hay obras de valor cultural”, informan desde la BNE.

“Esta información se irá ampliando a medida que se vayan identificando más ingresos. Debemos tener en cuenta que estamos hablando de miles de ejemplares de libros, entre 2.000 y 2.500, y que determinar las condiciones de cada uno de ellos es un trabajo que tiene cierta complejidad. Cabe señalar que la BNE no cuenta con el Archivo de la Junta del Tesoro Artístico si bien también prevemos consultarlo para tratar de determinar si por esta vía ingresaron fondos en la BNE”, cuentan las fuentes de la institución a elDiario.es. De momento, se han hecho varios informes sobre bienes depositados, indican, pero no son definitivos. “Tenemos intención de elaborar y publicar un informe que resuma la cuestión y que facilite la información de la que dispone la BNE y cómo acceder a ella. Si no antes de final de año, en el primer trimestre del año que viene. Queremos normalizar estas notas y ponerlas de forma sistemática en todos los fondos con estas procedencias”, explican.

La recuperación de esta memoria expoliada se ha puesto en marcha hace unos meses, desde que el responsable del archivo de la BNE empezó a estudiar los informes. El Departamento de Manuscritos, Incunables y Raros y el de Bellas Artes y Cartografía también están implicados en las labores de identificación de estos bienes “huérfanos” de propietarios. Sostienen desde el centro que se ha conseguido aclarar, al menos en parte, las circunstancias en las que ingresaron las obras y se han localizado inventarios de entrega o de recepción y anotaciones en los libros de registro. Han planificado que a lo largo de 2023 se incluirá la procedencia de estos bienes en los registros de las obras identificadas, que hasta el momento no tienen.

Una vez hayan identificado la procedencia de los bienes ingresados por el Servicio de Recuperación Bibliográfica y por la Comisaría General del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional (SDPAN) franquista, empezarán a estudiar cada pieza de manera individual. “También hay que tener en cuenta que en estos casos la información de la que disponemos en muchas ocasiones solo permite identificar cómo ingresan los fondos en la BNE, pero no es fácil establecer si los fondos fueron incautados o a quién, si fueron reclamados o no, etc. Puede ser relativamente complicado determinar la procedencia exacta de cada pieza, especialmente si las propias obras no contienen exlibris u otras marcas de propiedad”, indican. El objetivo, aseguran desde la BNE, es que cualquiera pueda hacer estas investigaciones al dar visibilidad a estos fondos.

La Biblioteca fue uno de los depósitos de salvaguarda del patrimonio que creó la República en Madrid durante la Guerra Civil. Cuando el SDPAN franquista accedió a la Biblioteca Nacional y encontró un volumen de libros almacenados para su conservación que superaba el millón de ejemplares. Entre ellos estuvo depositada la biblioteca de Pedro Salinas, que fue incautada por la Junta del Tesoro Artístico el 11 de agosto de 1937, para evitar su destrucción durante el conflicto. Una vez terminada la contienda, el franquismo no devolvió los bienes a la familia del poeta y ensayista. Las autoridades franquistas del SDPAN decidieron enviarla desde la BNE al Instituto de Enseñanza Secundaria Cervantes, en la madrileña glorieta de Embajadores, donde estuvo hasta junio de 2018.

Entonces el Instituto entregó a la Biblioteca Regional Joaquín Leguina el fondo expoliado y la Comunidad de Madrid decidió llamarlo “legado” de Pedro Salinas. La entrega se componía de 1.432 ejemplares, pero con incorporaciones de otras instituciones madrileñas a lo largo de la dictadura. “El valor patrimonial de esta colección reside en proceder, en su mayoría, de uno de los poetas madrileños más destacados del siglo XX, con un amplio número de primeras ediciones de autores de la Generación del 27 y aproximadamente 600 ejemplares de estos con dedicatorias manuscritas de los autores a Pedro Salinas”, indicó Paloma Sobrini, directora general de Patrimonio Cultural con el PP, en el acto de entrega. Marcel Proust o John Dos Passos figuran entre las dedicatorias de los ejemplares conservados.

Entre 1941 y 1943 el franquismo entregó libros a la BNE, de los saqueos que fue realizando por los hogares de los republicanos supervivientes o no. Los agentes del SDPAN se dedicaban a entrar en los hogares y a retirar bibliotecas, entre otros bienes. El 24 de abril de 1939, por ejemplo, llegaron a una casa del número 43 del paseo de la Castellana y encontraron una biblioteca de 4.000 volúmenes. También les pareció interesante una porcelana, una carabela de concha y “dos buenos relojes”. A la Biblioteca Nacional llegaban libros robados y, además, salían ejemplares sin propietarios reconocidos, por orden del Ministerio de Educación.

El 11 de diciembre de 1942 el subdirector de la BNE acude a la Comisaría General del SDPAN, en virtud del acuerdo adoptado por “la Superioridad”, y le entregan una edición del Quijote de Montaner y Simón, del año 1883, compuesta de dos tomos. Se trata de una “rara y valiosa” edición con ilustraciones de José Luis Pellicer y Ricardo Balaca, y comentarios de Nicolás Díaz de Benjumea. “En la portada figuran las iniciales H.G. Esta edición aparece guardada en un estuche cuya cara superior tiene un escudo y en el centro del mismo las iniciales antes dichas”, puede leerse en el inventario conservado en el Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE).

Junto a los libros llegaron dibujos, grabados, litografías, fotografías, etc. Y entre ellos, obra del pintor y escultor Alberto Sánchez –el autor de la escultura El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella–, que se había exiliado a la Unión Soviética. “En la BNE se conservan cinco dibujos de este autor. Según la información de la que disponemos, dos fueron comprados en 1998 y en los otros tres se indica “Transferido por Comisaría General del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional, 1943”. Hay que tener en cuenta que esta información es solo preliminar con lo que es susceptible de verse corregida o ampliada en función de los trabajos que se están llevando a cabo”, indica la institución a este periódico.

“Desde la BNE se va a seguir trabajando con el mayor nivel de detalle posible en la identificación de estos fondos y facilitar la información para que la ciudadanía disponga de toda la información posible”, aseguran. Después de la iniciativa del Museo del Prado, la Biblioteca Nacional también quiere poner en orden sus fondos ilegítimos, pero siguen pendientes los 16 museos estatales del Ministerio de Cultura de Miquel Iceta, que siguen sin planificar la creación de un inventario para descubrir qué bienes proceden del expolio franquista.