En el caso de León, tres toques diarios marcaban el reloj y la vida de sus vecinos. El toque de alba o alborada, al amanecer, anunciaba un nuevo día de trabajo. A las doce de mediodía, el ángelus llamaba a la oración e interrumpía las labores para almorzar. Y al atardecer, el toque de oración invitaba al recogimiento, a volver a casa y dar gracias a Dios por otro día disfrutado. Perduran los toques a concejo, un semivolteo de una campana para llamar a los vecinos al lugar de costumbre a debatir los temas importantes del pueblo; el toque de fuego y el toque de fiesta con variedad de ritmos.

Con esta protección, la Unesco pone en valor esta tradición y asegura la perviviencia de un lenguaje al borde de la extinción por la falta de campaneros.

Con esta inscripción, España suma ya 18 manifestaciones culturales declaradas Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, listado que podría aumentar este jueves si se incluye la candidatura del ‘Timber Rafting, transporte fluvial de madera’. España participa en este proyecto internacional liderado por Polonia, representada por portadores de cinco comunidades autónomas (Aragón, Cataluña, Castilla-La Mancha, Navarra y Valencia), para reconocer la importancia que tuvo el transporte de la madera por los ríos desde un punto de vista cultural, económico, medioambiental y social.

Los 16 toques de campana de Alustante , en Guadalajara, fueron declarados Bien de Interés Cultural en febrero de 2021. En Castilla-La Mancha el toque manual de campanas tiene su máxima expresión en el pequeño municipio de Alustante, en la comarca de Molina de Aragón (Guadalajara). Un lenguaje sonoro que, según el departamento de Cultura de la comunidad autónoma, está documentado al menos desde el siglo XVI.

La iglesia parroquial de Santa María de la Asunción de esta población cuenta con cuatro campanas con una disposición precisa. La campana mayor se llama Santa María, en honor a la advocación de Asunción y mira al Sur. La otra campana se llama Bárbara (o la de los Credos) y mira a poniente (SW) porque es de allí de donde suelen venir las tormentas. La campana menor estaba dedicada a San Pedro, muy posiblemente porque miraba a Motos (SE), pueblo cercano de la antigua diócesis de Albarracín, que tiene como patrono al apóstol. En 1803 se añadiría la cuarta campana (NE), la del reloj, conocida como campanillo menor, cuyo mecanismo se encuentra documentado en 1773.

Alustante ha mantenido hasta 16 toques manuales de campanas basadas en cuatro técnicas, a veces combinadas: la señal, el repique, el medio vuelo o medio bando y el volteo o bandeo.

Toques de oración, de repique de fiestas, de ir a clase, toque de nublo, de concejo, de rebato, toque de difuntos o bandeo. Son algunas de las variantes. Era un sistema de comunicación que servía -y sirve- para informar, alertar, delimitar las lindes del territorio y proteger a la población. La mecanización del toque de campanas provocó que este patrimonio inmaterial desapareciese en muchos puntos del país. Pero se ha mantenido como tradición musical y campanera en Alustante que ha servido de inspiración a campaneros y a los investigadores de las tradiciones culturales, informa Carmen Bachiller.