Hubo un tiempo, en la primera década del siglo, en el que los seguros de crédito a la exportación mezclaron en sus pólizas las coberturas de riesgo económico -básicamente impagos-, y político, aquéllas que incidían en amenazas como golpes de estado y, en menor medida, en cambios en la seguridad jurídica de los negocios o nacionalizaciones de empresas e industrias.
Entonces, las firmas aseguradoras que operaban en el sector exterior consideraron que, desde una perspectiva mercantil y corporativa, ofrecer una póliza híbrida era una opción idónea también para sus clientes.