El ataque israelí contra el convoy de World Central Kitchen (WCK), en el que han muerto siete personas, seis de ellas occidentales, no es el primero contra trabajadores humanitarios en Gaza, pero ha acaparado atención y titulares porque esta vez los afectados son ciudadanos del llamado primer mundo. Esto, por sí solo, exige una reflexión crítica sobre la deshumanización normalizada de la población palestina.
Las víctimas mortales son una mujer australiana, un estadounidense-canadiense, tres británicos y un polaco, además de un palestino. “No son víctimas sin nombre”, ha dicho, con razón, un portavoz de la ONG.