El fin del despido objetivo por bajas médicas se fraguó con un "bueno, vamos a intentarlo". Era noviembre de 2016 y Montse Sánchez, teleoperadora en la cincuentena con una hernia discal, había sido despedida días antes por sus bajas médicas. Nueve días en un periodo de dos meses. Su abogada, Roser Gonell, asociada a CGT, le advertía de que, si quería recurrir ante los tribunales, debía tener algo claro: por muy injusto que le pareciera, el despido objetivo por ausencias justificadas estaba recogido en el Estatuto de los Trabajadores. No estaba garantizada una victoria frente a la empresa. "Bueno, vamos a intentarlo", le contestó la afectada.