Por primera vez, en más de siglo y medio, las mesas de El Café Tortoni están vacías. Ni la fiebre amarilla que acabó con la vida de miles personas en 1871, ni los graves disturbios frente al establecimiento en la crisis del 2001 pudieron con él. Tampoco las dictaduras. Ha sido el coronavirus quien ha impuesto el silencio en su salón, como en otras cafeterías icónicas de Latinoamérica, escenarios y testigos de la historia.
Al calor y la vida de El Tortoni, inaugurado en 1858, no faltaron Jorge Luis Borges, Alfonsina Storni o Federico García Lorca. También Benito Quinquela Martí o Carlos Gardel.
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