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El descubrimiento del Jim Morrison oculto tras el icono: el poeta que siempre quiso ser
Morrison se sentía poeta. Con la palabra era capaz de plasmar todo lo que veía e imaginaba. Sus teorías sobre el cine, la ciudad —que en su casa es lo mismo que decir Los Ángeles—, las lecturas de los simbolistas franceses, o las experiencias que, como cantante de The Doors, vivió a partir del éxito de canciones como Light My Fire.

En el verano de 1971, huyendo del ídolo juvenil en el que se había convertido, un líder contracultural que sus seguidores identificaban con la rebeldía ante el sistema, se instaló en París. Hizo lo mismo que Rimbaud cuando, a los 20 años, rompió con la poesía y se perdió en Etiopía. Dicen que Morrison también se planteó refugiarse en el continente africano, pero acabó eligiendo París. Durante los siguientes tres meses se entregó por completo a la poesía, hasta que murió el 3 de julio de 1971, debido a un fallo cardíaco.

Morrison acumulaba decenas de cuadernos con notas que su pareja, Pamela Courson, se llevó consigo a Estados Unidos tras su muerte. Cuando ella falleció tres años después, fue su padre, Columbus 'Corky' Courson, quien comenzó a gestionar aquellos manuscritos. A raíz de eso aparecieron dos libros, Wilderness (1988) y The American Night (1991) realizados en colaboración con Frank Lisciandro, compañero de clase en los días universitarios de Morrison y uno de sus grandes amigos y colaboradores.

Consciente de lo importantes que resultan los escritos de Morrison para poder entenderlo, este se propuso que algún día los reuniría todos en un único volumen. En 2021 vio la luz The Collected Works of Jim Morrison, que Libros del Kultrum acaba de publicar en España con el título Jim Morrison. Obra reunida. Para afinar al máximo la edición del libro, Lisciandro tomó como guía una serie de instrucciones que halló entre los papeles de Morrison, cuyo deseo siempre fue que sus poemas publicados se unieran a sus diarios, notas y letras de canciones. Obra reunida va más allá e incluye también el tratamiento cinematográfico de The Hitchhiker —un mediometraje que Morrison dirigió junto a Lisciandro, Paul Ferrara y Babe Hill—, además de fotos privadas junto a familiares y amigos.

Tapa de un cuaderno de Jim Morrison Tapa de un cuaderno de Jim Morrison

Según contó Hervé Muller, uno de los primeros biógrafos del cantante y también unos de los más fiables, en sus años universitarios Morrison también escribía canciones. Nunca se planteó cantarlas, pero pensar en versos siguiendo una línea melódica era algo que le atraía mucho. Incluso fantaseó con montar un dúo con su amigo Dennis Jakob y dar forma a ese “concierto de rock imaginario” que se desarrollaba en su cabeza, tal como contaba Muller en Jim Morrison y The Doors (Ediciones Júcar, 1975). Algunos de esos poemas concebidos como canciones llevaban títulos como Moonlight Drive, End Of The Night o Break On Through. Fue Ray Manzarek, otro compañero de la facultad, quien le convenció para que cantara tras oírle recitar Moonlight Drive. Ese día de verano de 1965, la semilla de lo que en unos meses sería The Doors quedó plantada. Este año, diferentes ediciones discográficas celebran los 60 años de aquel inicio.

En 1967 conquistaron el mundo con el sencillo Light My Fire. Le siguieron más éxitos en formato single como Love Me Two Times, Hello, I Love You y Touch Me, comandadas por la soberana voz de Morrison. Su personalidad también se imponía en piezas más heterodoxas, como The End, tema que cerraba el primer álbum de la banda y que discurría como un sueño que se iba tornando en pesadilla. Los once minutos de The End, sus imágenes de incesto y asesinato, remitían a mitología griega y transmitían una poesía que hasta ese momento resultaba inédita en el rock. El teclista Manzarek, el batería John Densmore y el guitarrista Robbie Krieger creaban una cadencia musical sobre la cual Morrison se transformaba en el chamán que, desde el escenario, galvanizaría al público con sus trances y sus llamamientos a la revuelta.

Según dice Tom Robbins en el prefacio de Obra reunida, hasta hace poco la familia de Morrison no reveló que Jim escribía diarios desde muy joven. Gran parte de aquel material lo destruyó su propio autor al dejar la universidad. “Tal vez, si no los hubiese tirado, jamás habría escrito algo original, nunca habría sido libre”, declaró en 1969. Obras reunidas recupera los dos libros que el músico publicó en vida. The Lords. Notes On Vision contenía reflexiones en prosa acerca del cine y otros temas que fascinaban al autor. New Creatures se decantaba hacia la poesía. Ambos fueron autoeditados en 1969 y llegaron firmados por James Douglas Morrison, lo cual da una idea de hasta qué punto Morrison quería separar al poeta y escritor del escandaloso símbolo sexual en el que los medios le habían convertido. Meses después, los dos títulos fueron reunidos en un solo volumen que publicó Simon & Schuster. Morrison asistió, satisfecho, a su reconocimiento como poeta. Por aquellas fechas comenzó a registrar un disco en solitario que nunca llegó a terminar, para el cual recitó algunos de sus poemas.

Página de los cuadernos de Jim Morrison Página de los cuadernos de Jim Morrison

En su introducción, Lisciandro afirma que “aunque este libro no habla de Jim, las páginas están llenas de primeros planos y tomas en gran angular de su mundo”. La exposición pública y los altercados con la ley –Morrison fue juzgado por exhibición indecente; las notas que tomó durante el juicio también se recogen en Obra reunida— construyeron una imagen pública del artista que, según su amigo, no se correspondía con la realidad. En 1991 él mismo recopiló en un libro, A Feast of Friends, una serie de testimonios provenientes de gente próxima al cantante, cuya publicación coincidió con la película biográfica dirigida por Oliver Stone y que se estrenó ese mismo año.

De manera consciente o no, el filme The Doors presentaba a Morrison –interpretado por Val Kilmer— como un narcisista misógino e insoportable. Su lado más profundo y menos conocido y quizá también el más real, aguarda a ser descifrado en sus escritos. Entre las letras de sus canciones (tanto las conocidas como las inéditas aparecen en Obra reunida) se colaba de vez en cuando su nihilismo y su capacidad para narrar acontecimientos terribles como si estuviera contando un sueño fruto de un mal viaje lisérgico. Horse Latitudes, aparecida en 1967 en Strange Days, segundo y también exitoso álbum de The Doors, es otro de esos ejemplos. Era la historia de los galeones españoles que en el siglo XVI transportaban caballos para los colonizadores de América, y que cuando quedaban atrapados en el mar a causa de la calma chicha, se veían obligados a arrojar a los caballos por la borda.

Página de los cuadernos de Jim Morrison Página de los cuadernos de Jim Morrison

Lisciandro mantiene que Morrison era un escritor que se esmeraba en pulir sus textos. Los corregía y destilaba una y otra vez hasta que decían exactamente lo que debían decir. Un tercio del libro proviene de treinta cuadernos y cientos de páginas que contenían mucho material inédito. Títulos como As I Look Back conectan con el Morrison que atentaba contra la hipocresía social cuando salía al escenario acompañado por The Doors. I Know You’ve Been y Where Are You terminarían fundiéndose para crear la letra de L.A. Woman.

No faltan tampoco escritos cuyos fragmentos fueron apareciendo, igual que las piezas de un puzle, en discos en directo o grabaciones de estudio publicadas extraoficialmente, como es el caso de Celebration Of the Lizard, una extensa pieza que llegó a ser grabada con The Doors y que contiene la máxima “I am the Lizard King / I can do anything” (Soy el Rey Lagarto / puedo hacer lo que se me antoje). Morrison fue el Rey Lagarto, el Dioniso del rock, el chamán alucinado, el sex symbol salvaje que dejó caer visiones de muerte y destrucción sobre el verano del amor. Como dice Lisciandro, “quien quiera conocer a Morrison, que lea sus poemas, especialmente As I Look Back”. Ya tenemos, al fin, la posibilidad de hacerlo.

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