A Mohamed bin Salman (MbS) le han vuelto a entrar las prisas. Con la clara intención de garantizar su sucesión al trono que su debilitado padre, Salman bin Abdulaziz, ostenta desde 2015, el flamante príncipe heredero ha dedicado el pasado fin de semana a dar dos golpes más sobre la mesa que se explican en esa clave.
Por un lado, ha vuelto a lanzar (aunque sea su padre quien ha firmado las órdenes) una purga contra posibles rivales para acceder al trono. De un solo golpe, y como continuación a la que realizó en noviembre de 2017 –cuando encerró en el lujoso hotel Ritz-Carlton a decenas de príncipes, altos cargos y empresarios–, ha detenido a figuras tan destacadas como los príncipes Ahmed bin Abdulaziz, hermano del actual monarca y principal crítico interno a MbS; Nayed bin Ahmed bin Abdulaziz, hijo del anterior y hasta ahora jefe de las fuerzas terrestres; Mohamed bin Nayef, desplazado por el propio MbS como heredero en junio de 2017; y Nawaf bin Nayef, hermano menor del anterior.