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Del acuerdo nuclear con Irán al "trabajo sucio": Las salidas de tono de Merz quiebran la credibilidad de Alemania en Oriente Medio

Del acuerdo nuclear con Irán al

Berlín justificó los ataques de EEUU a Irán mientras dice apostar por la vía diplomática y reconoce que Israel hace "el trabajo sucio" para los demás países

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“Israel hace el trabajo sucio por todos nosotros. También estamos afectados por ese régimen. El régimen de los mulás ha traído muerte y destrucción sobre el planeta”.

Estas palabras de Friedrich Merz en una entrevista con la televisión pública alemana la semana pasada cayeron como una bomba diplomática en medio de los ataques aéreos cruzados entre Israel e Irán.

El canciller alemán no se quedó ahí y abrió la puerta a un posible cambio de régimen en Teherán, tal y como persigue oficiosamente el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. “Nos enfrentamos a un régimen de terror. Estaría bien si llegase a su final”, añadió sin ambages diplomáticos el canciller federal alemán, que ha asumido como propia la dialéctica del Gobierno israelí. Merz defendía así públicamente la violación del derecho internacional cometida por Israel, que a su vez ha justificado su ataque contra Irán como una operación preventiva para evitar que la República Islámica consiga la bomba atómica.

La reacción alemana a los ataques de EEUU contra instalaciones nucleares iraníes refuerzan ese alineamiento de Berlín con Washington y Tel Aviv. Este martes, una vez anunciado el alto el fuego entre Israel e Irán, Merz volvió a justificar en una comparecencia ante el Bundestag (Parlamento alemán) los ataques aéreos israelíes y estadounidenses en Irán por la “razón de Estado de Alemania respecto a la existencia del Estado de Israel”. En la víspera de la comparecencia parlamentaria, el canciller dijo en una conferencia organizada en Berlín por la patronal industrial alemana: “No tenemos ni tengo personalmente razón alguna para criticar lo que comenzó Israel hace una semana ni tampoco para criticar lo que hizo EEUU el pasado fin de semana. Sí, es cierto que tiene su riesgo, pero dejar las cosas como estaban no era una opción”.

Si bien el Gobierno federal alemán insiste en una solución diplomática, justifica al mismo tiempo los ataques aéreos ordenados por Donald Trump contra la República Islámica. “Irán debe entender que ha rebasado líneas rojas”, dijo el ministro de Exteriores alemán, el democristiano Johann Wadephul, en referencia al programa nuclear iraní. Las palabras de la diplomacia alemana dejan entender que fue la falta de cooperación de Teherán la que obligó a EEUU e Israel a atacar Irán, pero obvian que fue Trump quien abandonó unilateralmente en 2018 el acuerdo nuclear sellado por EEUU, Alemania, Francia, Reino Unido, China, Rusia y la Unión Europea con Irán en 2015.

Impulsivo Merz

Las palabras de Merz llaman especialmente la atención porque llegan poco después de una crítica inusualmente directa a la matanza cometida por el ejército israelí en Gaza. “Lo que ha pasado en los últimos días no parece necesario para combatir el terrorismo de Hamás y para proteger la existencia de Israel”, dijo Merz a finales del pasado mayo sobre los constantes ataques israelíes contra población civil en la Franja, en unas declaraciones que apuntaban a que el apoyo incondicional de Alemania al Estado hebreo estaba llegando a su límite.

Ambas declaraciones, separadas por apenas unas semanas, transmiten la sensación de que el canciller y su Gobierno dan bandazos respecto a Israel y su cruzada militar en Oriente Medio. A diferencia de los Gobiernos anteriores de Angela Merkel y Olaf Scholz, que se ceñían a fórmulas cautelosas y a menudo vacías como el “respeto del derecho internacional” o la “solución de los dos Estados” cuando tocaba tomar posición respecto al conflicto de Israel y los palestinos, Merz parece ir improvisando y se aventura a usar fórmulas nada habituales en la jerga diplomática alemana y con salidas de tono difíciles de entender incluso dentro de sus propias filas.

Varios perfiles periodísticos publicados sobre el canciller destacan que, en ocasiones, se deja llevar por impulsos más que por un razonamiento político y diplomático. “El problema de Merz es que a veces hace cosas de manera impulsiva que luego tiene que corregir con gran esfuerzo, una actitud que no corresponde con una postura conservadora”, explicaba recientemente sobre el presidente de la CDU la corresponsal política del semanario Die Zeit, Mariam Lau –de raíces iraníes–, a un grupo de corresponsales extranjeros.

Llamada a la moderación

Si las declaraciones de Merz llegaron el martes de la pasada semana, en días posteriores fue moderando su tono tanto en redes sociales como en las llamadas que mantuvo con el emir de Qatar y con el presidente de Turquía. En ambas conversaciones coincidió con sus interlocutores en que Irán no debería desarrollar armas nucleares, pero también pidió moderación al Gobierno de Netanyahu y apostó por mantener la vía diplomática abierta para solucionar el conflicto.

Esa es precisamente la línea diplomática que ha seguido Berlín desde hace décadas respecto al programa nuclear iraní. De hecho, el Gobierno de Merkel fue uno de los impulsores y hacedores del acuerdo nuclear firmado con Irán en 2015, un acuerdo que limitaba el enriquecimiento de uranio para Irán a cambio de la relajación de las sanciones.

En círculos diplomáticos iraníes de Berlín cunde la perplejidad ante las declaraciones de Merz, que son consideradas una falta de respeto y torpedean el rol mediador que Alemania podría jugar entre Israel e Irán. Las palabras “trabajo sucio” no parecen ser el problema –de hecho, el análisis iraní coincide con la descripción elegida por Merz–. El problema para Teherán es que Berlín apoye la estrategia militar de EEUU e Israel. La posterior moderación dialéctica de Merz trasmite la sensación de que el actual Gobierno alemán da bandazos diplomáticos, lo que disminuye la credibilidad de Berlín como el mediador confiable que fue en el pasado, especialmente durante la época de Merkel.

Críticas internas

Pero las declaraciones de Merz no son sólo problemáticas en el plano internacional. También generan rechazo dentro del Gobierno de Gran Coalición entre la unión conservadora de la CDU-CSU y los socialdemócratas del SPD. “Nos parece insólito que el canciller federal alemán diga que Israel nos está haciendo el trabajo sucio”, dijo esta semana el diputado socialdemócrata Ralf Stegner. Las críticas llegaron también de todos los partidos de la oposición parlamentaria, desde Los Verdes hasta los poscomunistas de La Izquierda, pasando por la ultraderecha de AfD.

Los bandazos diplomáticos del Gobierno de Merz respecto a Netanyahu, la cuestión palestina y la guerra de Israel contra Irán denotan las dudas de Berlín respecto a Oriente Medio. El discurso tradicional, enfocado en el respeto del derecho internacional y la solución de los dos Estados, se muestra más vacío que nunca.

El discurso oficial de Berlín de apostar por la “fuerza del derecho” frente al “derecho del más fuerte” se desmorona ante una realidad en el que las armas sirven para reorganizar el orden político en Oriente Medio o para mover fronteras entre Rusia y Ucrania, como pretende Vladímir Putin. La expresión “trabajo sucio” elegida por Merz o sus celebraciones de los “ataques preventivos” de Israel y EEUU contra Irán colocan a Alemania ante un espejo que le devuelve dobles estándares e incómodas contradicciones.

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