El presidente de EEUU mezcla lo personal, sus intereses económicos y el Gobierno cada día desde la Casa Blanca, hasta el punto de organizarse un desfile militar el día de su cumpleaños, vender asientos para una cena con 'criptobros' con los que tiene negocios familiares o aceptar un avión de Qatar
Trump acoge una cena con 'criptobros' millonarios que pagaron por sentarse a la mesa en medio de acusaciones de corrupción
“Tengo tres reglas”, decía el personaje de Donald Trump en la película El Aprendiz: “Regla número uno: el mundo es un desastre, y tienes que atacar, atacar, atacar.
Trump enuncia una forma de entender la vida que, en realidad, le había enseñado su abogado, Roy Cohn, colaborador del senador Joseph McCarthy, conocido por unas cazas de brujas que ahora resultan familiares en el Estados Unidos de Donald Trump.
Atacar, deformar la verdad y hacer que las derrotas parezcan victorias es la brújula que parece guiar la Casa Blanca, ya sea con los aranceles, la guerra de Ucrania, la OTAN, la UE, Gaza o la necesidad de renombrar las cosas —ya sea el Golfo de México o la cúpula dorada—. Pero, en el fondo, en el horizonte de todo, está otro concepto enunciado en la película: “Ser un asesino, no un perdedor”. Los asesinos lo son porque matan; y, en el concepto empresarial de un promotor inmobiliario, significan construir la torre más alta, poner su nombre en ella y ganar mucho dinero.
“El señor Trump, el primer delincuente condenado elegido presidente, ha borrado los límites éticos y desmantelado los instrumentos de rendición de cuentas que frenaron a sus predecesores”, escribía Peter Baker, corresponsal jefe del New York Times en la Casa Blanca este domingo: “No habrá investigaciones oficiales porque Trump se ha asegurado de ello. Ha destituido a los inspectores generales del Gobierno y a los supervisores de ética, ha colocado a leales al frente del Departamento de Justicia, el FBI y los organismos reguladores, y domina un Congreso controlado por los republicanos que no está dispuesto a celebrar audiencias”.
Comportamientos que hasta no hace mucho habrían generado un aluvión de reacciones políticas, audiencias televisadas, investigaciones oficiales y operaciones de control de daños, ahora parecen normalizados en Washington, lo que evidencia hasta dónde ha desplazado Trump los límites de lo tolerable.
Forbes acaba de calcular que el patrimonio neto del señor Trump era de 5.100 millones de dólares, 1.200 millones más que el año anterior y la cifra más alta que ha alcanzado en las clasificaciones de la revista.
Trump cumplirá 79 años dentro de tres semanas, y para ello ha organizado un desfile militar en Washington D.C. La excusa es que ese mismo día, el 14 de junio, cumple 250 años el Ejército de EEUU. Pero lo cierto es que hace décadas que no se celebran desfiles militares en EEUU. Trump, admirador de lo marcial, se quedó prendado en 2017 de un desfile por las calles de París al que asistió invitado por Emmanuel Macron. ¿Qué se inventaría si presenciara en persona alguno en Moscú o Pyongyang?

Los planes para el desfile prevén la participación de unos 6.600 soldados, 150 vehículos y 50 helicópteros. Hasta ahora, los actos por el aniversario del Ejército no incluían semejante desfile, que, se calcula, costará al Ejército de Estados Unidos entre 25 y 45 millones de dólares, según informa Reuters. Esa cifra incluye tanto el desfile como el traslado del equipo militar, además del alojamiento y la alimentación de las tropas. Las estimaciones no incluyen los gastos que deberá asumir la ciudad de Washington, como la limpieza de basura o las posibles reparaciones viales por los daños que puedan causar los pesados carros de combate.
El costoso desfile llega en un momento, además, en que Trump y su Departamento de Eficiencia Gubernamental, dirigido por Elon Musk, han recortado agencias federales, personal y programas, dejando a miles de trabajadores sin empleo, incluidos civiles del Departamento de Defensa.
“Así es Trump. Todo gira en torno a su ego y a convertir todo en algo sobre él, lo cual, en mi opinión, es una falta de respeto hacia el Ejército y las Fuerzas Armadas”, declaró el senador Jack Reed, de Rhode Island, el demócrata de mayor rango en el Comité de Servicios Armados del Senado: “Lo único por lo que debe estar decepcionado es por no haber podido sobrevolar el desfile con su avión”.
Criptobros que engordan la cartera de TrumpTrump cenó el pasado jueves con los principales compradores de su criptomoneda. La cena se celebró en su campo de golf de Virginia, a la que llegó en el helicóptero presidencial: supuesta cena privada en un local de su propiedad cuyo transporte pagan los contribuyentes. Y a la que muchos asistieron porque es el presidente de EEUU. Es más, al día siguiente, los 25 que más dinero pusieron disfrutaron de una visita privada a la Casa Blanca, una “recepción VIP privada ultraexclusiva”.
El negocio cripto de Trump le reporta beneficios personales a él y a su familia cada vez que alguien compra su moneda digital, en un sector donde las transacciones suelen estar rodeadas de oscurantismo. Desde su lanzamiento en enero, coincidiendo con su investidura, el proyecto ha recaudado millones de dólares en comisiones, cobradas a compradores ansiosos por acceder al entorno del mandatario, “el presidente cripto”.
La familia Trump y sus socios comerciales han recaudado más de 300 millones de dólares en comisiones de una nueva criptomoneda, han cerrado acuerdos inmobiliarios en el extranjero por miles de millones y están a punto de inaugurar un club exclusivo en Washington llamado Executive Branch, que cobra 500.000 dólares por miembro, todo ello solo en los últimos meses, explicaba The New York Times este domingo.

Según un análisis del Washington Post con datos recopilados hasta la semana pasada, las empresas vinculadas a Trump han recibido 312 millones de dólares por la venta de la moneda y 43 millones en comisiones. Desde que se anunció la cena, las carteras digitales asociadas a Trump y sus socios han ingresado cerca de 3 millones de dólares en comisiones cobradas a los compradores.
Entre los 220 principales compradores que ganaron el derecho a asistir a la cena figuraban el multimillonario cripto nacido en China Justin Sun, el exjugador de la NBA Lamar Odom y un inversor conocido como Ogle Sun, investigado en 2023 por la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por sus siglas en inglés) por presunta manipulación de mercado, quien invirtió millones en otro proyecto cripto de Trump tras las elecciones de noviembre. En febrero, poco después de la investidura de Trump, la SEC pidió a un tribunal que suspendiera el caso contra Sun.
Sun, como publicaba este domingo The Guardian, compró alrededor de 20 millones de dólares en $Trump para convertirse en su principal comprador antes de la cena del día 22, a la que asistió. Anteriormente, Sun había invertido al menos 75 millones de dólares en World Liberty Financial para convertirse en su principal inversor y asesor.
Aunque la Casa Blanca asegura que Trump asistió a la cena “en su tiempo libre”, el viaje fue pagado por los contribuyentes, incluyendo el uso del helicóptero presidencial Marine One, amparado en protocolos de seguridad. Por lo general, los contribuyentes pagan los desplazamientos personales del presidente, como sus fines de semana en Rehoboth Beach o Palm Beach. Sin embargo, no hay precedentes claros de un presidente que utilice Marine One para acudir a un evento privado del que él y su familia obtienen beneficios económicos directos, asegura el Post.
Una filial de la Trump Organization, World Liberty Financial —lanzada en otoño y promovida por los dos hijos mayores de Trump, Don Jr. y Eric—, opera la criptomoneda junto con Fight Fight Fight, una empresa registrada en Delaware y dirigida por Bill Zanker, antiguo aliado de Trump. Ambas entidades poseen el 80 % de los 1.000 millones de monedas emitidas.
El concurso para asistir a la cena cripto se desarrolló entre el 23 de abril y el 12 de mayo. No está claro cuánto pagaron exactamente los compradores para asistir. Los 25 principales en el ranking publicado por la empresa afiliada a Trump acumulan 140 millones de dólares en la moneda.
Desde que asumió su cargo como enviado especial, Steve Witkoff —un viejo amigo de Trump de 68 años— ha recorrido el mundo en misiones diplomáticas. Al mismo tiempo, su hijo de 32 años, Zach Witkoff, junto con un equipo de asesores y socios, ha viajado a al menos cuatro países en busca de acuerdos de criptomonedas que posicionen a World Liberty como líder del sector, explica The Wall Street Journal. Las gestiones paralelas de padre e hijo con Emiratos Árabes Unidos son un ejemplo de cómo las actividades de World Liberty han coincidido con asuntos oficiales del gobierno: desde Pakistán, Zach Witkoff viajó a Abu Dabi para una cumbre privada de Binance —empresa de intercambio de criptomonedas—, y asistió a la conferencia Token2049 en Dubái, donde él y Eric Trump anunciaron un acuerdo de 2.000 millones de dólares apenas un par de semanas antes de que su padre y Trump viajaran allí en visita presidencial.

La difusa frontera entre las negociaciones gubernamentales y los negocios privados está reescribiendo las reglas diplomáticas para aquellos países que buscan ganar influencia con la nueva administración Trump.
Avión de lujo regaladoHace una semana, Qatar entregó un jet de lujo destinado al uso de Trump no solo en su calidad oficial, sino también para su futura biblioteca presidencial una vez que deje el cargo. Expertos han valorado el avión, donado formalmente a la Fuerza Aérea, en 200 millones de dólares, más que todos los obsequios extranjeros recibidos por todos los presidentes estadounidenses anteriores juntos.
Donald Trump ha aceptado el avión y dice que lo usará temporalmente como su avión presidencial, en lugar del Air Force One, si bien no es un aparato preparado para un presidente de EEUU, y está por ver si llegará a estarlo antes de que deje el Despacho Oval.
“Así que el hecho de que el Departamento de Defensa reciba un REGALO GRATUITO de un avión 747 para reemplazar temporalmente al Air Force One, de 40 años de antigüedad, en una transacción muy pública y transparente, molesta tanto a los demócratas corruptos que insisten en que paguemos el máximo precio por el avión”, escribió Trump.
El Boeing 747-8 de lujo, de la realeza qatarí, tiene un valor aproximado de unos 400 millones de dólares y ha sido descrito como un “palacio volador”. La idea es que sea transferido a la fundación de la biblioteca presidencial de Trump tras dejar la Casa Blanca.
El regalo no solo ha molestado a los rivales políticos de Trump, sino también a miembros de su propio partido y a destacados personajes del entorno ultra que rodea al presidente, conocido como MAGA (por las siglas de su lema, Make America Great Again), que han criticado que aceptar un regalo de un Estado como Qatar no va en línea con su política de “América Primero”.
Tucker Carlson, expresentador de Fox News que hizo campaña con Trump el año pasado, expresó sus dudas esta semana durante un podcast con Shawn Ryan, un influencer de derecha, quien mencionó todos los negocios familiares de Trump que parecían coincidir con el reciente viaje del presidente al Medio Oriente. “Eso me preocupa un poco”, dijo Ryan; “bueno, parece corrupción, sí”, coincidió Carlson.