“Trump ha puesto fin al mundo occidental como Gorbachov puso fin al bloque soviético”, afirma el fundador y director del Institut de Relations Internationales et Stratégiques (IRIS)
El freno de Trump a la guerra comercial no aleja la incertidumbre
Pascal Boniface (Paris, 1956) dice que cuando habla de su especialidad, la geopolítica, procura que sus declaraciones sean entendibles por gente como sus difuntos padres, que no cursaron ninguna carrera universitaria. Fundador y director del Institut de Relations Internationales et Stratégiques (IRIS), fue asesor de ministros socialistas en los años 80 y 90 y se distanció del PS en los 2000 por discrepancias, ya entonces, sobre la política francesa en Oriente Próximo.
Empecemos por lo más general, casi un tópico: ¿hacia dónde va el mundo? Uno tiene una sensación de estupefacción, sobre todo después de la victoria de Trump. Como si ya nada pudiera ser previsible.
Suelo desconfiar un poco de la gente que habla de revoluciones estratégicas. Hay muy pocas revoluciones estratégicas en la historia. Pero esta es realmente una, porque Trump simplemente ha puesto fin al mundo occidental, igual que Gorbachov puso fin al bloque soviético. Trump está acabando con el bloque occidental al establecer una ruptura entre Estados Unidos y los demás países occidentales. Antes había una división entre el mundo occidental y Rusia. Ahora hay una división entre Europa y Canadá, por un lado, y Estados Unidos, por otro. Y existe un eje Moscú-Washington. Así que estamos en un mundo completamente distinto.
¿Existe un esquema para analizar el mundo actual? Hemos pasado de la Guerra Fría a un mundo multipolar... ¿Y ahora cómo definimos el estado de las relaciones internacionales?
Ahora es más bien un mundo caótico. Es el fin de las alianzas. Entre Trump y Rusia no hay una verdadera alianza, es más bien acercamientos caso por caso. Ya no hay alianza soviética ni occidental. En torno a China, los BRICS no son una alianza, ni mucho menos. Y al vaciar de contenido el artículo cinco de la OTAN, Trump pone fin a la Alianza Atlántica tal y como la conocíamos, tal y como fue concebida, vivida y para lo que fue hecha.
Así que el principal cambio es la nueva elección de Donald Trump. El estado de estupor en el que sus primeras decisiones están sumiendo al mundo.
Sí, pero él había avisado. Ha habido tres grandes divisiones en el mundo en los últimos 10 años. Una división entre Rusia y el mundo occidental, una división entre el mundo occidental y el Sur Global y una división entre China y Estados Unidos. La primera división ya no existe; ha sido sustituida por un acuerdo entre Rusia y Estados Unidos y por una división entre Estados Unidos y la Unión Europea, ya que Trump dice que la UE es un enemigo.
Había avisado, dice usted, ¿así que Trump es en realidad predecible?
Había anunciado sus intenciones, pero no queríamos creerlo. Es un poco como cuando tienes seis, siete años y alguien te dice que Papá Noel no existe. Te horroriza tanto ese vacío que no quieres creerlo. Durante su campaña electoral, Trump dijo que si los Estados europeos no aumentaban su gasto militar, pediría a Rusia que los atacara. La gente decía: “No, eso es una provocación, no lo hará”. Al final, cumplió sus promesas.
Se habla mucho de la “estrategia del loco” para describir los dos primeros meses de Trump.
Trump es completamente racional. Digamos que más que una estrategia del loco, es una estrategia de intimidación y presión. Hace demandas extremadamente fuertes para asustar a la gente y obtener un resultado que es menos importante que el que pidió, pero más importante que el que podría haber obtenido sin hacerlo. Aunque esta estrategia del miedo tiene sus límites, entre otros motivos porque ataca a todos al mismo tiempo. A fin de cuentas, parece probable que fracase. Puede que Panamá ceda distanciándose un poco de China, pero Canadá no cede, México no cede y Dinamarca no cede. Los países de la Unión Europea se están separando y van a obtener la autonomía que Francia lleva 60 años sugiriendo en vano. Y Estados Unidos va a perder la influencia en Europa que le era extremadamente rentable. Al jugar siempre con el hard power olvidándose del soft power, Trump acabará por debilitar a Estados Unidos.
Un análisis que se está volviendo generalizado explica que Trump se está acercando a Rusia para que Rusia se aleje de China.
Ese es un factor, pero no es el único. También hay una alianza de grandes potencias que creen que el derecho internacional es una barrera a su soberanía y poder y que no lo necesitan. Este desprecio por el derecho internacional es algo que une a Trump y Putin. Y también hay una alianza civilizacional, en particular contra el Islam. No creo que Rusia renuncie a la opción china, pero puede que Rusia busque aliviar su dependencia de China.
Me ha dicho que algunos medios de comunicación franceses evitan invitarle. ¿Se está haciendo difícil mantener un debate sereno y racional sobre Oriente Próximo o la guerra de Ucrania?
Creo que tengo una posición equilibrada, pero algunos me acusan de estar a favor de Hamás. Cuanto más inaceptable se vuelve el comportamiento de Israel, más agresivos se vuelven sus defensores. La acusación de antisemitismo se esgrime cada vez más como un rayo paralizante para proteger al gobierno israelí. Los debates son cada vez más agresivos. Esto ya ocurrió con la guerra de Ucrania. Digo que Occidente cometió muchos errores, que podríamos haber evitado esa guerra, pero que Putin cometió un crimen de agresión, crímenes de guerra, y que ninguno de los errores que cometimos justificó o excusó la guerra. En consecuencia, dicen que estoy a favor de Putin. Y cuando digo que Putin está cometiendo un crimen de guerra, otras personas dicen “sí, bueno, tiene que comer, le paga la OTAN”.
Ha descrito a Elon Musk como el hombre más peligroso del mundo, entre otras cosas porque no tiene que rendir cuentas a nadie. ¿Hay influencias intelectuales, ideológicas o estratégicas entre él y Donald Trump?
Coinciden en que no hay que luchar contra las desigualdades. También hay un trasfondo racista en Musk, y una oposición a las mujeres, a las que ve como meros instrumentos de reproducción. Y se opone a las minorías sexuales, por el cambio de sexo de uno de sus hijos, y por supuesto a las minorías étnicas. Y finalmente, el supremacismo blanco los une. En definitiva hay una visión del macho alfa blanco que los une.
El principal grupo parlamentario de la extrema derecha en el Parlamento Europeo, los Patriotas, celebró una cumbre en Madrid el pasado mes de febrero. Presentaron este momento histórico como una oportunidad para hacerse con el poder en sus respectivos países.
Es una realidad. Sin que exista una Internacional de extrema derecha, podemos ver lo que Musk ha hecho en Alemania y el Reino Unido lo que todavía no está haciendo en Francia. Está claro, y quizá más con Musk, que hay una detestación real por la Unión Europea. Trump también la siente, en particular por la Ley de Servicios Digitales, por todo lo que representa la Unión Europea en términos de regulaciones y normas. Ambos quieren destruirla.
Trump argumentó que Irlanda debería pagar más aranceles porque las autoridades irlandesas habían impuesto normas medioambientales al campo de golf que posee en ese país. ¿Dónde queda el comportamiento racional del que hablaba antes?
Trump tiene ego. Así que en cuanto te cruzas con él, en cuanto le contradices, te conviertes en su enemigo. Es grosero, eruptivo, confunde la causa nacional con la individual. Pero hay un verdadero proyecto político detrás de todo esto. No es sólo un imbécil que se enfada. Hay un ideólogo real y una creencia real de que el Estado es el problema, no la solución, y que la regulación debe ser desmantelada, que la ley es un obstáculo para la soberanía y la potencia.
A menudo se dice que Europa sólo avanza a través de sus crisis. ¿Vamos a asistir a una nueva demostración de este principio en el ámbito de la defensa?
Esto es más que una crisis, es una verdadera conmoción, una ruptura estratégica. Ya no estamos en el mismo mundo, porque la relación de Estados Unidos con el resto del mundo ha cambiado. Para nosotros está el aspecto militar, pero también la guerra comercial. Siempre ha habido malentendidos transatlánticos, pero ahora ya no hay un mundo transatlántico, hay un divorcio. Ya no se trata de peleas domésticas sobre quién no fregó los platos, sino de una ruptura del vínculo conyugal. Europa, que estaba protegida y dependía de Estados Unidos, ya no estará protegida. Y por ello estamos obligados a reflexionar sobre nuestra independencia. Para el futuro canciller alemán, democristiano, decir que Alemania, y por tanto Europa, debe ser independiente de Estados Unidos era, hasta ahora, ¡inimaginable! Alemania se había rearmado por culpa de Putin, pero ahora quiere rearmarse independientemente sin comprar a Estados Unidos por culpa de Trump.
Ha circulado la idea de que el 78% de las armas europeas se compra fuera de Europa. Pero creo que se olvida decir que se trata del 78% de las importaciones de cada país. Una gran parte es comprada por cada país a sus industrias nacionales.
Así es, desde el comienzo de la guerra en Ucrania, el 78% del gasto de los países europeos fuera de sus mercados nacionales se ha realizado fuera de Europa, y el 63% en Estados Unidos. El resto ha ido a parar principalmente a Corea e Israel.
¿Cómo debe y probablemente va a cambiar Europa?
El modelo de amenaza rusa/protección estadounidense ya no existe. La protección ya no existe, pero la amenaza sigue existiendo, o se considera que existe. Creemos que después de Ucrania, Rusia puede atacarnos. Sin embargo, hay menos acuerdo sobre esto en España que en Francia o Polonia, funciona un poco según los kilómetros que nos separan de Rusia. Sin embargo, hay un consenso a favor de aumentar el gasto en defensa, puesto que el gasto americano ya no puede integrarse en nuestra protección. Si tienes tu propia defensa, eres autónomo. Quizás Europa, que no era un actor global, llegue a serlo.
Pedro Sánchez ha dicho que no le gusta el término “rearme”. ¿Es comprensible este tipo de declaración en Europa o se percibe como una especie de ingenuidad?
¡Aún queda tiempo para que los tanques rusos lleguen a Madrid! Los tanques rusos están atascados en Ucrania y no han conseguido conquistar toda Ucrania en tres años. No los veo atacando Polonia. Yo estaría preocupado si fuera moldavo o georgiano, menos si fuera polaco. Los rusos no fueron capaces de ganar la guerra contra Ucrania, se quedaron a las puertas de Kiev... Realmente no veo cómo llegarían a Varsovia, y mucho menos a Berlín, París o Madrid. Así que entiendo perfectamente la postura española.
Muchos analistas decían que Putin nunca invadiría Ucrania. Al final, las tropas rusas tomaron el 20% de su territorio.
Sí, pero se detuvieron ahí. En realidad, no podían conquistar toda Ucrania, que entonces tenía 40 millones de habitantes, con sólo 160.000 hombres. Cuando en 1968 quisieron invadir Checoslovaquia, que tenía 11 millones de habitantes, contaban con 500.000 hombres. Y no olvidemos que los países europeos gastan tres veces más en defensa que Rusia.
Entonces, ¿le parece coherente la postura española, más comedida, sobre el rearme?
Soy francés y no creo que sea necesario aumentar tanto el gasto militar francés. Entre otras cosas porque la cohesión social es también un instrumento de defensa nacional. Pero pongamos que Francia, que quiere jugar un papel importante, decide que no puede quedarse al margen si Alemania, Polonia y los demás aumentan su gasto militar... En todo caso eso no sería el problema de España. Si España no quiere jugar un papel militar en Europa, tiene otro papel que jugar... que está robando Francia. Es el papel de puente entre el Sur global y el mundo occidental. Es un papel tradicional francés que estamos perdiendo a causa de nuestra actitud ante la guerra en Oriente Próximo y la mayor occidentalización de nuestra política. En mi opinión, a España le conviene mucho desempeñar este papel como vínculo con el Sur global. Ha reconocido a Palestina, Pedro Sánchez ha firmado un texto conjunto con [el presidente sudafricano, Cyril] Ramaphosa y Lula... En otros tiempos, habrían sido Mitterrand o Chirac quienes lo hubieran firmado. El papel de Francia era ser el mejor defensor de los palestinos, del Sur Global, del derecho de los pueblos a la autodeterminación... Perdimos ese papel por razones de política interna. España tiene más ventajas geopolíticas en desempeñar este papel que en aumentar el número de sus tanques.
Parece que Pedro Sánchez quiere representar una voz específica. Es el único líder socialdemócrata de un gran país de la Unión Europea; también el único que tiene un discurso positivo sobre la inmigración. ¿Hay un lugar para él?
Sí, hay un lugar que ocupar porque ha quedado vacío. Evidentemente, España no tiene armas nucleares, no es miembro permanente del Consejo de Seguridad, tiene menos población y no tiene el PIB de Francia. Pero a veces un estatus inferior se compensa con movilidad diplomática e intelectual. Y eso es lo que está haciendo España. Y a España le va bien económicamente en comparación con otros países europeos. Y de hecho, Sánchez tiene un discurso completamente diferente sobre todas estas cuestiones, que hasta hace poco era más bien el discurso inspirado en De Gaulle y Mitterrand.
¿Cree que, desde su incorporación a Europa, la voz de España se corresponde con su importancia demográfica, económica y estratégica?
Las cosas iban bien con Felipe González, que tenía un aspecto nuevo, histórico. Después, Aznar fue un desastre, sobre todo por la guerra de Irak. Zapatero acabó con la deriva bushista de Aznar... Lo que veo es que cuando un socialista está al frente de España, tiene más peso que cuando es Aznar o Rajoy.
¿Es optimista, realista o pesimista sobre el periodo que se avecina?
Soy lúcido, así que soy más bien pesimista.
¿Tiene algún temor en particular? ¿La guerra?
La guerra no, sino que se abuse cada vez más de la ley, que haya un verdadero genocidio que se agrave en Palestina y que las relaciones sean cada vez más de confrontación, con voluntad de imponer la ley del más fuerte, que siempre acaba en fracaso.
¿Alguna idea sobre cómo evitar hundirnos en el fatalismo? ¿Hay alguna esperanza de un renacimiento europeo, por ejemplo?
Sí, la perspectiva de que Europa espabile y avance hacia la autonomía. Y también está la esperanza que proviene de los jóvenes que se movilizan y del hecho de que los gobiernos actuales han perdido el monopolio de la información. Gracias a las redes sociales, todo el mundo es a la vez receptor y emisor de información. La juventud puede tomar las riendas de su vida mucho más que en mi época y, sin recursos, crear su propio medio de comunicación.