La Casa Blanca referenció un 'paper' de Pau S. Pujolas en la explicación de su fórmula para calcular los aranceles al resto del mundo. Este investigador defiende que la ganancia de la guerra comercial "viene solamente a costa de empobrecer al vecino"
Siete empresas del Ibex llegan a la guerra de aranceles de Trump con EEUU como su principal mercado
El economista catalán Pau S. Pujolas lleva años analizando los efectos de las guerras comerciales. Uno de sus 'paper', firmado junto a Jack Rossbach, aparece referenciado en la justificación de la Casa Blanca de la fórmula con la que ha calculado los aranceles al resto del mundo.
Pau S. Pujolas y Jack Rossbach publicaron a finales de 2024 el trabajo que cita la Casa Blanca, titulado 'Trade deficits with trade wars' [Déficits comerciales con guerras comerciales, en inglés]. La investigación se basa en los aranceles de la primera etapa de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Los que puso en 2018.
Una de las principales conclusiones de este análisis, según explica el propio economista, es que se puede ganar una guerra comercial cuando existe déficit comercial. Es decir, cuando un país le compra a otro país mucho más que lo que le vende. “Si yo le compro a usted productos y usted no me los compra a mí, yo puedo imponerle aranceles a usted, pero usted no puede imponérmelos a mí, de modo que yo cosecharé los beneficios de empobrecerlo a usted, y usted no podrá hacer nada al respecto”, resume Pau S. Pujolas, quien en los últimos días ha sido reclamado por los principales medios económicos, como The Wall Street Journal o Financial Times, para explicar sus investigaciones.
“Por lo tanto, cuando surgen déficits comerciales, la pregunta sobre una guerra comercial es cuantitativa”, continúa. Su trabajo intenta averiguar precisamente cuál es el arancel óptimo que se debe imponer según un método científico. La Casa Blanca no llegó tan lejos, le valió la hipótesis de que, técnicamente, una guerra comercial se podría ganar, aunque en el “ojo por ojo, (casi siempre) acabamos todos ciegos”, según añade el economista.
Las discrepancias entre el estudio Pau S. Pujolas y Jack Rossbach con la decisión de la Administración de Donald Trump es que los resultados de los investigadores realizan “un ejercicio computacional exhaustivo” para concluir que un país como Estados Unidos puede salir ganando inicialmente una guerra comercial con China o Canadá, con los que tiene un gran déficit comercial. Pero no en el medio y largo plazo, y tampoco con la Unión Europea. Además, su análisis limita los aranceles entre el 10% y el 25%.
“Un arancel es un impuesto” a las importaciones“Un arancel es básicamente un impuesto a un bien producido fuera del país. Como cualquier impuesto, hace que el precio que paga el comprador sea más alto que el precio que recibe el productor, y la diferencia se la queda el gobierno del país que pone el arancel. También como cualquier impuesto, reduce la cantidad que se comercia”, explica este economista de la McMaster University.
“Primera alarma: la reducción en la cantidad comerciada crea una pérdida neta de ingresos [públicos]; hay que ir mucho cuidado con imponer aranceles”, dice Pujolas. Aunque los aranceles se diseñen bien, que no es el caso, existen otras amenazas. “Con el arancel, de un lado, los consumidores (locales) pierden: compran menos y más caro. De otro lado, los productores (extranjeros) también pierden: venden menos y más barato. Pero el gobierno gana: se queda con unos ingresos que no tenía”, señala el economista catalán.
“Si decidimos que nos dan igual los productores extranjeros (porque son extranjeros), se da una situación interesante. Al pasar de no tener arancel a tener uno pequeño (pero positivo), los ingresos del gobierno suben más que las pérdidas de los consumidores locales. Si estos ingresos se gastan bien — devolviéndoselos a los consumidores en forma de rebaja fiscal — el país que pone aranceles ganará con ellos. Por esta razón, poner aranceles es muy tentador. Segunda alarma: si el gobierno no se gasta bien los ingresos derivados de los aranceles (por ejemplo, con corrupción, o creando vías de tren y aeropuertos innecesarios) un arancel solamente genera pérdidas”, apunta.
“Uno de los objetivos que pretende el presidente Trump es generar ingresos gracias a la elevación de los aranceles, ensanchando el espacio fiscal para proceder a un recorte de impuestos de hasta cinco billones de dólares. Todo ello podría generar tensiones en la inflación, los tipos de interés y la cotización del euro frente al dólar”, recoge un informe de Funcas publicado a finales de la semana pasada.
“El objetivo último es hacer una devaluación fiscal”, coincide Pau S. Pujolas, en declaraciones a elDiario.es. Una devaluación fiscal “a través de aranceles y no de impuestos”. Aunque para este experto, es muy difícil que los números cuadren. “Estados Unidos tiene que reducir su déficit [gasta más de lo que ingresa], y aunque los aranceles aumenten los ingresos, no hay mucho margen para bajar impuestos”, comenta.
Otro riesgo tiene que ver con los productores locales. Con los aranceles, “algunos ganan, puesto que pueden vender lo mismo a un precio más alto, e incluso venden un poco más”. Sin embargo, Pau S. Pujolas opina que, en el corto plazo, es una política que daña al consumidor. “Si su compra de productos locales se debe a los aranceles y la propaganda, está siendo víctima de una política económica que le empobrece”, concluye.
En definitiva, la guerra comercial total “son malas noticias” que rompen con las cadenas de suministro globales que han garantizado mucho empleo y una gran oferta de productos y servicios, que ahora va a menguar. “Los aranceles le impiden a usted, consumidor, comprar lo que desearía a precios razonables, haciéndole prisionero de productos (locales) caros y de baja calidad”, remata.
El impacto en EspañaEl centro de análisis Funcas advirtió de que “persiste una gran incertidumbre acerca de la aplicación efectiva de las medidas anunciadas. Al no entrar en vigor inmediatamente, se abre un periodo de negociación que podría entrañar cambios importantes con respecto a la política anunciada o su calendario de ejecución (de manera similar a lo ocurrido con Canadá y México, países que ahora aparecen como socios relativamente poco afectados por la ola proteccionista)”.
“Las exportaciones españolas hacia Estados Unidos ascienden a 18.100 millones de euros, es decir el 1,1% del PIB español. Sin embargo, la dependencia del mercado americano es mayor, habida cuenta de los suministros aportados por empresas españolas a exportadores de otros países, sobre todo europeos”, expone el análisis de Funcas.
Este doble daño supondría un freno al avance del PIB de nuestro país de hasta tres décimas. Las previsiones para España hasta ahora superan un crecimiento económico del 2,5% en 2025. “El impacto puede ser más elevado en algunos sectores concretos, para los que Estados Unidos constituye un mercado relevante”, observa el mismo informe.
“La ola proteccionista junto con el clima de incertidumbre que se ha instalado en todo a la política económica de la principal potencia mundial son una amenaza para la economía global y, por tanto, para una economía tan dependiente del exterior como la española. Los principales indicadores de coyuntura apuntan ya a una fuerte ralentización en Estados Unidos. Por su parte, China se enfrenta al desafío de tener que compensar el impacto de los aranceles sobre su industria en un contexto de demanda interna renqueante. La recesión se cierne sobre otros países”, argumenta este equipo de expertos.
La amenaza del 'dumping'En el nuevo contexto, “el efecto desvío amenaza con multiplicar las prácticas de 'dumping' [venta de productos del exterior de la UE a precios inferiores a los costes de producción] o de vulneración de las reglas comerciales, en detrimento de las economías europeas donde dichas prácticas están más estrechamente vigiladas”.
“También preocupa el crecimiento exponencial de las importaciones en línea [online] de productos fabricados en China que, por su valor (inferior a 150 euros por envío) están exentos de impuestos en Europa. Una de las medidas decretadas por Estados Unidos consiste precisamente en la imposición de restricciones a este tipo de comercio, que podría desviarse hacia Europa”, prosiguen desde Funcas.
Pau S. Pujolas considera que el 'dumping' es un riesgo de muy corto plazo. “Podría ocurrir que algunas empresas vendieran excedentes concretos más baratos en otros mercados, pero realmente el problema de fondo es que los planes de producción ya están cambiando y eso va a conllevar despidos y una recesión”, lamenta.
La respuesta de la UELa respuesta a los aranceles impuestos “será otro factor determinante”, comenta el informe. “La presidenta de la Comisión Europea promete represalias contundentes, que podrían consistir en un incremento de tarifas sobre las importaciones de ciertos productos. El recurso al Instrumento Anti-Coerción es otra opción con capacidad disuasoria y cuya activación solo depende de la aprobación por una mayoría cualificada de Estados. De momento Bruselas no ha desvelado sus intenciones, mostrando su disponibilidad para la negociación”, recuerda.
Por su parte, el Gobierno español ha anunciado un plan de ayudas a las empresas afectadas por la guerra comercial y al mantenimiento del empleo. “La experiencia de la pandemia evidencia la utilidad de estos dispositivos cuando el shock es temporal. También conviene mantener los incentivos a la búsqueda de nuevos mercados, especialmente si el clima de incertidumbre perdura. En general, la expansión fiscal que se vislumbra en toda Europa puede mitigar parcialmente los efectos de la guerra comercial”, finaliza el documento de Funcas.