En 1929, a las afueras de Stafford en la campiña inglesa de las West Midlands, un señor estaba en deuda con un proveedor de suministros agrícolas llamado John Holme. Como aquel señor no podía para pagar por el heno y la leche que había recibido de la granja de Holme, la deuda se saldó con la entrega de un cuadro. El lienzo, que mostraba a una campesina trabajando ante una modesta casa de campo, primero estuvo colgado en una de las habitaciones de la casa de Holme y después acabó cogiendo polvo en el desván.
Holme falleció en 1952. Su hijo siguió al frente de la granja familiar hasta que en 1967 decidió retirase.