Desde 2004, cuando un adolescente entró a la escuela Islas Malvinas, disparó contra sus compañeros, mató a tres e hirió a otros cinco, Carmen de Patagones quedó asociado a las palabras “masacre” o "tragedia". Cada vez que se menciona ese pueblo –la localidad más austral de la provincia de Buenos Aires, a casi mil kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires– aparece la memoria: un chico apodado Juniors que entró con la pistola de su padre militar; las risas, al principio, cuando todos pensaban que se trataba de un arma de juguete, un aula que se convirtió en el escenario del horror.