Su ubicación, en el Museo Nacional de Antropología, en Madrid, no es casual. La institución, una de en las que el Ministerio de Cultura lleva meses trabajando en su compromiso por descolonizar las pinacotecas españolas; celebra su 150 aniversario con esta muestra que propone precisamente una reflexión crítica sobre el papel de los museos como legitimadores de narrativas excluyentes.
Ayana V. Jackson (East Orange, New Jersey, 1977) cuenta con una trayectoria de más de dos décadas trabajando entre EEUU, Sudáfrica y México, desde donde aborda las colecciones históricas como dispositivos para poder evaluar tanto el impacto de la mirada colonial como el rol de la fotografía en la perpetuación de jerarquías y desequilibrios sociales. Para ello, en su obra se apropia de las imágenes coloniales con el fin de recrearlas como medio de emancipación del cuerpo negro.


Ejemplo de ello es su serie La Danza de las Diablas, una tradición afrodescendiente de la Costa mexicana de Chica de Guerrero y Oaxaca, caracterizada por el uso de máscaras con flecos, barbas y ropa recortada. La artista se ha fotografiado a ella misma con estas máscaras, aunque colocadas al revés. “Hago varias cosas para interrumpir que sea una apropiación cultural. Decidí darles la vuelta para decir que yo sé que no sé, establecer una distancia entre mi identidad y la suya”, explica a este periódico. En su obra incluye igualmente a 'soldaderas', también conocidas como 'adelitas', mujeres mestizas que participaron decisivamente en la Revolución mexicana, y que en las fotografías de Jackson aparecen suspendidas en el aire y preparadas para la acción armada.
“Recontextualizo los archivos para contar nuestras historias, pues si no lo hiciera, nunca veríamos imágenes de mujeres negras y mestizas levantadas en armas, o en una batalla”, señala al comentar su serie You didn't see me coming (a la que pertenece la fotografía que abre este artículo). “Es un poco irónica, un modo de escarbar en el pasado y decir, 'si no me hubieras reducido a este fenotipo ver los aspectos dinámicos de quién soy, habrías podido ver el poder que se encierra en nuestras frases y experiencias”, sostiene.
Identidad 'fantasma'Ayana V. Jackson utiliza su propio cuerpo como parte de sus piezas, pero no siempre se ha vinculado con él de la misma manera. “Cuando era niña tenía vergüenza de ser afro. En los 80 la representación del pueblo negro fue muy problemática, violenta e hipersexualizada. Se conectaba a que África no es nada más que pobreza y guerra. Encontrar autoestima fue difícil en mi niñez”, reconoce.
De ahí que la identidad esté tan presente en sus trabajos, y en este caso desde el propio título de la exhibición. Nosce Te Ipsum, que significa “conócete a ti mismo”, que es la frase que está inscrita en latín sobre el pórtico del Museo de Antropología. La fotógrafa la ha interiorizado para proponer una réplica en tiempo presente, con obras inéditas que establecen un diálogo con otras de tanto la institución que alberga la exposición como el Museo de América.
El título de su exhibición lo completa con el concepto Membrum Fantasma: “Existe la noción del miembro fantasma, la sensación de quienes han sido amputados y aún sienten dolor en lo que ya no está. Eso es lo que significa estar desconectado de la propia historia como descendiente africana. Cuando voy a la Costa Chica de Oaxaca, o a Ghana, estoy buscando mi miembro fantasma. Cuando me sumerjo en estas colecciones, también”. Ayana V. Jackson incide en el daño causado por las “mentiras” sobre la identidad de los afros que se han ido expandiendo a lo largo de la historia, desde ser “flojos” o “no cuidar a los niños”, que han permitido mantener que hay “una falta de humanidad”.


“Así funciona la arquitectura del racismo. Hay que imponer que el otro no es humano para poder hacer lo que quieras. Esta idea de diferencia y superioridad, es el elemento más siniestro”, comenta la artista, que insiste en la importancia de “entender el pasado para poder proteger el futuro”. Y que para ello, “no se pueden reemplazar las mentiras con más mentiras”. La fotógrafa entiende que en este camino, la descolonización de los museos desempeña un papel muy importante, y aplaude que en España se esté intentando llevar a cabo desde el Gobierno.
“Es un paso en una buena dirección”, valora al mismo tiempo que advierte del peligro de que ocurra lo contrario, haciendo referencia a la “limpieza ideológica” que Donald Trump anunció para los museos de EEUU: “Siempre que veamos a gente atacando los museos, deberíamos tener miedo”.
La obligación de resolverEntre los cuadros del archivo del Museo de Antropología que la artista ha incorporado a su exposición hay dos pinturas de castas, de la que tanto esta pinacoteca como el Museo de América tiene múltiples ejemplares. “Entiendo por qué las tienen, por lo que muestran, pero ahora que sabemos que hubo un daño en la forma en la que se nos ha descrito y caracterizado, tenemos que repararlo. Quieres ayudar a enmarcar el mundo para los demás, y puede que sea un gesto bastante inocente, pero también puedes estar creando mitos infundados”, defiende.
En su visita a Madrid, la fotógrafa reconoce que ha aprendido datos sobre la historia de España que desconocía, y que le ha permitido contemplar obras como el Guernica de Picasso desde otra óptica. En especial, hace referencia a la forma en la que la información estaba bajo control tanto en la Guerra Civil como la posterior Dictadura, y reflexionar sobre la influencia que estos periodos pudieron tener en el origen del racismo actual: “La descolonización también implica reconocer que hay que resolverlo y que quizás hubo una brecha de información”.

“Tenemos que cuidarnos porque en la historia hemos visto muchos movimientos y momentos peligrosos. Deberíamos preocuparnos por cómo la extrema derecha está manipulando la información porque es muy peligroso”, afirma sobre el turbulento contexto actual.