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Muere el músico, escritor y programador de festivales de cine, Fran Gayo

Fran Gayo deslumbró con su proyecto musical Mus (1999 - 2007), junto a Mónica Vacas, en las postrimerías de la escena del Xixón Sound de finales de los noventa. Su propuesta era radicalmente diferente al enmarañado sonido de guitarras y distorsión de esa escena, pues conscientemente buscó experimentar con el silencio y la lentitud, con letras en asturiano que no perdían de vista el contexto social, a pesar de su introspección.

Tras dar por cerrada la etapa con Mus, Gayo publicó un disco en solitario, Las próximas cosechas (Acuarela, 2009), donde apostó por cantar él mismo, en castellano, y un formato de canción más pop.

Ese mismo año se mudó a Argentina y vivió allí desde entonces. Gayo supo trenzar sus tres pasiones artísticas: la música, el cine y la literatura. Desde el principio de su carrera musical, se dedicó también a la gestión cultural como programador y director de festivales de cine. Fue responsable de la programación del Festival Internacional de Cine de Gijón (FICX) entre 1997 y 2009, y en una segunda etapa entre 2020 y 2024. También fue programador en el prestigioso Bafici, el Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires. Su último trabajo en esta línea ha sido como programador de cine y del Festival de Cine LGTBI del Centro Niemeyer de Avilés desde 2012. Esta institución le ha despedido destacando su “mirada única, curiosa y generosa, capaz de descubrir películas y contar historias que de otro modo no hubiéramos conocido”.

Además, fue jurado en destacados festivales, incluyendo San Sebastián, Valdivia, Curtocircuito, Punto de Vista, Sitges o Transcinema. Asimismo, ocupó la dirección artística del Festival de Cine Internacional de Ourense (OUFF) en sus ediciones de 2016 y 2017. Desde 2019, formó parte del equipo de programación del NIFFF (Festival Internacional de Cine Fantástico de Neuchâtel, Suiza) y, a partir de 2021, del GIFF (Festival Internacional de Cine de Ginebra) como asesor para América Latina y España.

Como programador, fue notable su compromiso con los nuevos cineastas y sus miradas diferentes, que aportara un sentido al relato, que crearan la diferencia y significaran. Y que contuviera belleza.

En su etapa universitaria, Fran Gayo estudió Literatura Hispánica. La poesía siempre formó parte de él. Publicó dos libros: Cadena de frío (Suburbia, 2015) y Les blanques fogueres / Las blancas hogueras (Expediciones Polares 2019). El último de ellos fue para él un trabajo intenso del que dijo, en entrevista con este periódico, que su escritura le había “agotado”, hasta el punto de “agarrar miedo y respeto a la poesía”. Por eso se centró en escribir una novela de terror.

Esta novela fue La navidad de los lobos (2022), publicada en Caballo de Troya durante la etapa de Jonás Trueba como editor. Esta obra dialoga entre un presente de Buenos Aires en pandemia y un pasado en Asturias antes de la Guerra Civil. La memoria personal se torna fantasmal cuando se refleja en espejos deformantes, pero todo significa.

En la escritura de Fran Gayo las palabras están cuidadosamente elegidas para situarnos en un punto incómodo porque alertan al lector de mundos que se desmoronan, de conflictos sociales y personales, de cuál es el lugar que elegimos para observar el mundo. Además de estas obras, Gayo publicó un relato en el número especial Diez relatos de una década de la revista en papel de elDiario.es, en el que diez escritores celebraron los diez primeros años de elDiario.es escribiendo sendos relatos que reflexionaban, en cierta forma, sobre temas sociales. El asturiano aportó el relato 1991, que puede leerse aquí.

En su cuenta de Instagram, su familia ha publicado la noticia del fallecimiento: “Sabemos que muchos lo querían, dialogaban, compartían lecturas y pasiones”, han escrito sobre las interacciones que realizaba en esta red social. Ahí mismo, han informado que el viernes le dedicarán un homenaje en el tanatorio de la calle Malabia, 1662 de Buenos Aires.

Su amor por el cine, su humor, su visión sobre el mundo, su pasión por el relato, su honestidad ácida e implacable, serán recordados.

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