“La gente se plantea un libro como si solo fuese texto o como si formara parte de un catálogo”, comenta Casanueva a elDiario.es, “así que es necesario cultirizar para que la gente entienda que el libro puede ser muchas cosas”. Entre ellas, una M-30 que denuncia la subida de los precios de alquiler, una recopilación de 80 encabezados de cartas que Emilia Pardo Bazán le envió a Benito Pérez Galdós entre 1883 y 1915, un filtro rojo que permite ver —y leer— las historias femeninas invisibilizadas con el tiempo, o un compendio de páginas que solo rezan “blablabla”.
Un libro puede ser tantas cosas que es importante poner el foco en que el arte no solo reside en el fondo, sino en la forma. Esa es la conclusión a la que llegan artistas como Eva Casanueva, que durante el año se esfuerzan por hacer llegar al público ejemplares hechos a mano, con su “propia magia”: “Les pones el corazón, las manos y los ojos. No es como si una editorial te imprimiera un montón de una vez, aquí recortas tú las páginas y las guillotinas, lo que hace que los libros sean más tuyos y les cojas cariño. Son tus hijos”.

No cuentan con grandes grupos editoriales detrás, su distribución es muy complicada y llegar a las personas es un reto dificilísimo. Sus historias resurgen con más fuerza que nunca en ferias donde puedan darse a conocer. Sin embargo, Sant Jordi o la Feria del Libro de Madrid no son fechas que tengan marcadas en el calendario. Para ellos, una de las grandes citas es Libros Mutantes. La feria, que reúne en Madrid a artistas y sellos independientes de todo el mundo, celebra la libertad creativa y la ruptura con los estándares de la industria editorial mainstream.
Su duodécima edición, que se celebró en La Casa Encendida del 25 al 27 de mayo, reconoció un año más que cada obra es una declaración de intenciones: importa tanto lo que se cuenta como el modo en el que se cuenta. El papel, la encuadernación, los pliegues, los formatos inusuales... Todo habla, todo comunica. “Esta feria pone en valor el libro de artista, el fanzine, que se sale de la norma de las editoriales convencionales”, declara Begoña, de la imprenta bilbaína Another Press. “Las editoriales que pueden asistir a una feria del libro en una gran ciudad son editoriales con un catálogo muy extenso porque te lo exigen para poder participar”, añade, resaltando que en Libros Mutantes se exponen “piezas diferentes a lo que encuentras en una librería de barrio”.
Begoña señala que, a diferencia de las obras de un gran grupo editorial que “puedes encontrar en un montón de sitios”, lo que se vende en ferias como la de Libros Mutantes son ejemplares “muy exclusivos”: “Hay títulos que van a estar aquí este fin de semana, se van a agotar los 100 que se han imprimido, y a otra cosa”. Entre sus favoritos, Gure Begietatik, que nace bajo una idea de la ilustradora donostiarra Ane Arzelus y su amiga Sara Halo. “La mujer siempre sale defenestrada en los mitos clásicos grecorromanos, por lo que Arzelus puso literalmente el filtro de la perspectiva de género sobre la historia y, en lugar de hablar de Perseo, habla de Medusa”, indica Begoña. Con la intención de hacer visible lo invisible, un filtro rojo sobre las páginas permite leer lo que sin ese filtro permanecería oculto, que es la versión femenina. La obra está editada en castellano y euskera.

Siguiendo la misma intención reivindicativa, ¿Qué le hacemos las feministas al arte? de Blanca Arias es otra de las novelas exhibidas. Su sello, Cielo Santo, surge tras “un vacío” que percibieron sus editoras “entre la teoría feminista y la ficción”. “Ahora mismo hay una reacción contra todos los derechos, empezando por los derechos de las personas trans”, explican Sofía y Blanca a este periódico. “La ficción tiene un poder inmenso para acompañarnos y por eso publicamos estos libros, que creemos que tienen un hueco en la sociedad y que pueden hacer soñar y luchar a más gente”, agregan. La idea consistía en “darle un hueco a algunas autoras” que veían que “no estaban siendo publicadas a un nivel más grande”.
Por su parte, Begoña coincide en que, “precisamente por el hecho de tratarse de algo un poco más underground”, aquí hay espacio para “volver a hablar, luchar y seguir peleando por algo que creíamos que estaba ya conquistado”. “La tercera ola del feminismo... yo no sé cuántas van a hacer falta. En los tiempos que corren, con la gran cantidad de información que se vierte, sobre todo desinformación y bulos, se está dando mucha voz a un nicho de infraseres que ya están poniendo piedras en el camino”, dice la editora de Another Press. “Cualquier excusa para hablar de ello, reflexionar, cuestionarte tus propios prejuicios y tener voluntad de aprender, de educarte y de abrir tu mente al mundo, es ya algo maravilloso. Y creo que foros como este potencian el diálogo. Hay gente que viene de todas partes del mundo”, añade.
Uno de esos sellos que van de país en país apareciendo por ferias es Valiz, de origen holandés. Este fin de semana ha estado en Madrid, pero la siguiente va a Londres, después a Berlín y luego a Polonia. Sus libros tienen una “óptica crítica”, y abarcan desde cuestiones de identidad o de masculinidad hasta proyectos queer, temas feministas u otras visiones hacia la educación artística. “Traen enfoques distintos hacia un hecho, independientemente del que sea, para alimentar la capacidad de empatizar y de tener una mirada abierta sobre nuestra realidad, que es diversa siempre digan lo que digan”, cuenta Irene, encargada de su sección en Libros Mutantes.

Lo más curioso de Valiz es que también venden ejemplares dañados, pero a un precio inferior con respecto al original. “Como los libros se van de gira, se van magullando entre que la gente los abre y los saca, y al final se estropean un poco. Entonces tenemos un par de cajas de libros que han vivido eso y que tienen un pequeño descuento dependiendo de su estado”, aclara Irene. “Para no deshacerte de ellos como hacen con los tomates que son malos, ya que lo que importa es el contenido de dentro si no lo quieres como objeto de exposición, igual te lo llevas por 10 euros menos y eso que te ahorras”, comenta.
Aun así, pese a la atracción que provocan estas obras, “son proyectos bastante suicidas porque económicamente no salen a cuenta”. Así lo constata Gary de Belleza Infinita, una editorial que empezó hace 20 años en Bilbao. “Estos libros, que en sí mismo son obras de arte más que libros sobre arte, no entran en el circuito comercial y en otros lugares no se da cabida a estas iniciativas”, cuenta, destacando que “exploran otro tipo de narrativas visuales y trabajan lo que es el propio formato del libro”. Su bestseller es PornoTapados de Paloma Blanco, editado como si fuera una revista porno con el mismo tipo de encuadernación, grapa y papel, y en el que la autora cambia las situaciones sexuales por otras escenas cotidianas como ver la tele, bailar, leer o hacer deporte, pero conservando las mismas caras de éxtasis de las fotografías originales y los mismos textos eróticos que las acompañaban.

Otro autor que presenta obras interesantes es Nacho García, que recoge encabezados de cartas que Emilia Pardo Bazán le envió a Benito Pérez Galdós, o las respuestas que obtuvo cuando un 7 de marzo de 2023 preguntó a 100 usuarios de la sala #sexo de chateagratis.net por su artista favorito. Asimismo, la conocida novelista Esther García Llovet hace presencia con Más lista que idealista, donde toma el papel que tiene la M-30 como frontera para determinar el precio de la vivienda en aquellos barrios que están a un lado u otro de ella. Séverine, del proyecto GimmeFive compuesto por cinco mujeres, explica que la obra retrata el “límite entre los que pueden y los que no pueden”.
Séverine cuenta que Esther García Llovet “recorrió la M-30 sacando fotos a espacios vacíos, intentando ver qué superficie tienen y qué tipo de valor podrían tener en el mercado”. Ellas, con su presupuesto, hicieron “un leporello” [acordéon], que funciona como “objeto fotográfico” y que se puede poner sobre una mesa como si fuera la M-30 de Madrid. “Siempre intentamos encontrar la forma que coincide con el fondo”, dice la editora, que visita la feria de Libros Mutantes por última vez porque el proyecto cierra “debido a asuntos personales”. “En el camino, aprendimos, crecimos y nos divertimos mucho más de lo que imaginamos”, han comunicado a sus seguidores.
En un mundo saturado de producciones y lanzamientos, Libros Mutantes pone en valor el trabajo artesanal, la experimentación y el riesgo. Los libros no solo se leen: se tocan, se exploran, se descubren. Estos artistas tratan de reinventar el concepto de publicación, fusionando técnicas tradicionales con enfoques contemporáneos, reivindicando una sociedad mejor y utilizando el diseño gráfico, la ilustración, la fotografía y la escritura para dar voz a asuntos que peligran de quedar invisibilizados. Para Eva Casanueva, “este tipo de cosas se hacen por necesidad personal de cada uno, por quitarte proyectos y poder construir otros”, lo que conlleva que, “hasta que no lo viertes en un libro, no lo das por finalizado”.